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El Deseo

Todo lo que ella pidió aquella tarde, tras fortar insistentemente la lámpara mágica y que, segundos después, el genio se le apareciese envuelto en una nube casi fosforescente, y le ofreciese los tres deseos tradicionales, fue ser dueña absoluta del artefacto.
obviamente, sabiendo el genio que, sin importar la cantidad de deseos solicitados mientras se respete lo convenido antemano de tres y solo tres como cantidad tope para deseos, él estaba obligado a obedecer, aceptó la petición de la mujer con su más amplia sonrisa y una reverencia... Aun así, no pudo evitar preguntar : "¿Acaso no quieres hacer uso de tus dos restantes deseos o cambiar de idea con el que has pedido?"
Ella lo pensó detenidamente y, con total seguridad, contestó que no.
-Eso es lo que quiero, ser dueña de la lámpara.
-Muy bien, entonces. Tus deseos son órdenes- contestó el genio, quien momentos más tarde, volvió a meterse en la lámpara.
No habían pasado más de diez minutos cuando la nube fosforescente y el genio aparecieron por última vez ante la mujer. El ya no llevaba puestas las típicas vestimentas de genio araba, sino unos gastados jeans y una camisa a cuadros, y colgando del hombro izquierdo un bolso lleno de ropas.
-¿Qué se supone que estás haciendo?- preguntó ella, sin entender nada de lo que estaba ocurriendo.
-Cumpliendo con tu deseo. ¿Acaso no has pedido ser dueña de la lámpara?
-Si, pero...
-¿Y acaso cuando te pregunté si querías hacer uso de los dos deseos que te quedaban, no me has dicho que no?
Fue en ese momento, mientras se quedaba estática observando como el genio abría la puerta de salida de su casa para marcharse y no regresar, ella comprendió que su deseo había sido mal expresado.


Con todo mi amor, para Clau.

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